El ídolo de Independiente Rivadavia y un gran recuerdo de los hinchas y un sentido homenaje. Hugo Cirilo Mémoli quedará en el corazón de todos los hinchas de la Lepra.
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Un homenaje realizado por los colegas de “Dos de Punta” donde recordaron la historia grande de Mémoli a lo largo de su carrera.
Hugo Cirilo Mémoli realizó las inferiores en Independiente Rivadavia, Club en el que debutó 1968. un año más tarde pasó a jugar en el Deportivo Guaymallen y en 1971 volvió al Azul, esta vez para meterse en la historia grande del club.
Vivió las mejores épocas de Independiente, fue figura de los Torneos Nacionales y con mucho sacrificio logró ser capitán y símbolo de la institución del Parque. El Gringo fue un duro y aguerrido lateral derecho que suplantaba su poca habilidad con amor a la camiseta.
Su pasión y fanatismo por Independiente Rivadavia fueron reflejadas por las personas más cercanas a él: “Íbamos a la cancha porque era lo que él quería siempre. Vivíamos a una cuadra del estadio de Independiente y esa era su segunda casa”. Luisa, hermana de Memoli.
Cabe recordar que Mémoli también jugó un tiempo en Gimnasia y Esgrima, pero esto pasa desapercibido entre los hinchas Azules por que es sabido que el club del Gringo es La Lepra. También aporto su temperamento en Platense y River Plate.
Grandes jugadores tienen muy buenos recuerdos de él como por ejemplo Antonio “El Cura” Vergara.
“Me emociona hablar del Gringo. Fue un hermano para mí».
«Al Hugo le decían de todo cuando jugábamos contra Gimnasia. Una vez, abajo de la camiseta de Independiente jugó con la de #Gimnasia. Se la levantó y empezaron a aplaudirlo».
El Gringo falleció con 55 años el 16 de abril de 2006 debido a un edema pulmonar. Tanto es lo que significa Memoli en el fútbol provincial que Víctor Legrottaglie, el día de su viaje a la eternidad dijo:
«Todo lo que se refiera al ‘Gringo’ hay que escribirlo con mayúsculas. Fue un tipo fenomenal, bárbaro, correcto. Me afecta mucho porque siempre estaba al lado de todos los que lo necesitaran, sonriente y gentil, incluso en las últimas épocas, donde sobrellevaba con entereza su enfermedad. Los huevos que ponía en la cancha también los ponía afuera»
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